domingo, noviembre 12, 2006

Un saturno caníbal en la sala Matta




¿Qué es lo que nos parece perverso en la imagen de Saturno devorando a sus hijos: El canibalismo ancestral desatado contra la naturaleza humana, el aniquilamiento sistemático como única respuesta para la perpetuación del poder? La desgarradora escena de este pasaje de la mitología grecorromana[1], es la conexión vinculante con los orígenes míticos más oscuros y violentos de la cultura occidental. Pero Téllez ha creado una variante en este Vínculo que nace ya del nombre de laexposición montada en el Museo Nacionalde Bellas Artes: “ La Risa de Saturno”. Hayalgo de secreta ironía y maledicencia en estaconcepción que enmarca la muestra. Un especie de flashback que empuja al espectador a dar respuesta a sus interrogantes en la obra del artista. “Para Téllez, la pintura es como una gran página de reflexión[2]. Este precepto queda de manifiesto, en el contenido belicista que mayoritariamente presenta la muestra. Tanto en los trabajos objestuales como en esa conjunción de pintura y fotografía con esa marcada influencia de Duchamp[3], que junto a la potente impronta del tanque de madera que sale al encuentro del público, sitúa esa reflexión en el destino del hombre y la violencia en que está inmersa su existencia. Por cierto siempre con esa dosis de humor y sarcasmo tan en concordancia con el titulo de esta exposición.
La risa de Saturno tiene algo de demoníaco y desconcertante, los ecos de los estertores de sus contracciones nos golpea, nos anuncia y nos advierte, en esa comunicación incontrarrestable que tiene la imagen de las grandes telas de la muestra. En ellas, podemos acercarnos a esos aviones que como coleópteros preñados de su carga mortífera en un cielo infernal, impactan nuestros sentidos con un halo de destello demencial, de Apocalipsis desatada. Es que el universo de Téllez es subterráneo, telúrico, infinito. Las imágenes parecen apariciones expulsadas de cavernas de los lugares más ignotos del subconsciente del artista. Pretendiendo que esa sentencia del escritor peruano Mario Vargas Llosa: “el dolor multiplicado se vuelve abstracto
[1]”, se transforme, mute y sea como un cancerbero de Troya transformado, que permita finalmente la entrada de la indulgencia y la razón.
Todos los objetos pueden transmutar en armas de destrucción. La guerra tiene multiplicidad de caras que van desde la planificación del ataque a la consecución la catástrofe en el campo de batalla. Y la guerra en ocasiones puede ser al igual que Saturno, un caníbal gigantesco capaz devorarlo todo, incluso a si mismo.

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