miércoles, julio 26, 2006

Al pie de la Letra



Titulo: Nicolás y Alejandra.

Autor: Robert K. Massie

Páginas: 679.
Editorial: Vergara

Uno de los libros de historia europea más interesantes del último tiempo. Massie sorprende por la manera en que sumerge al lector en los entretelones de los hechos que hicieron caer al último Zar de todas las Rusias. Un libro muy recomendable para los aficionados a la historia y los que quieran conocer una etapa que marcaría para siempre la ruta de la humanidad.

lunes, julio 17, 2006

El poder de la Palabra


El poder de la palabra suele parecerse a un artilugio muy similar al de un pase mágico, o una pócima capas de transformar la realidad a imagen y semejanza de nuestras intenciones, o la intención de una clase, doctrina religión o grupo humano. Más tarde, la imagen de la palabra se proyecta en nuestro inconciente como la sombra huidiza de Peter Pan: se despega, vuela, planea y adquiere voluntad propia como el engendro del doctor Frankenstein. Entonces la miramos a los ojos y ya no la conocemos. Buscamos el hilo que permita coser este ser inédito a nuestros pies pero es demasiado tarde. Ahora su fisonomía nos sorprende e incluso nos atemoriza. Y cuando miramos su rostro inicial, nos damos cuenta que es demasiado tarde. Porque su imperio de imágenes se ha extendido de tal forma, que finalmente hemos terminado siendo gobernados por su reflejo; o su tiniebla. El gobierno de las palabras ha sustentado el poder de su imperio en una policía secreta de lugartenientes del idioma que ha tejido las redes de su intriga sin dejar ninguna pista concluyente que los inculpe. Pero para afianzar su poder ilimitado, ha establecido un secreto tratado con los todopoderosos mandamientos del idioma: el diccionario. Y desde entonces, hemos pegado un papel en cada cosa pequeña y gigantesca con su nombre.

sábado, julio 01, 2006

El desamparo


Dostoevsky decía que los seres originales casi como una necesidad imperiosa terminan en un invariable aislamiento. Durante años he meditado esta afirmación intentando confrontarla con las vidas de los creadores más trascendentes de la historia como si fuese una prenda de ropa hecha a la medida. Sin embargo, las redes de la naturaleza humana se desplazan con un itinerario a veces convulso y carente del más mínimo sentido de las proporciones. Pienso en el Hemingway deportivo y montaras probando su hombría de escolar mientras en alguna oculto hilo conductor se fragua como un iceberg el viejo y el mar, o el fornicante Simenon sentado junto a una estufa de hierro colado meditando alguna nueva aventura del inspector Maigret. La verdad que el molde del creador admite una paleta de colores de variantes ajedrecísticas. O el Salieri cinematográfico intentado descubrir la genialidad del hasta entonces desconocido Mozart en los rostros de la concurrencia como un estigma ¿no es una especie de fabula del desconcierto que nos produce el genio?
Cada vez que la trastienda de la creación se me revela como el meikin of de una película no cierro los ojos por el miedo a ver los hilos de la marioneta, muy por el contrario: siento una especie de fascinación por meter la nariz en la cocinería de la obra. ¿Que importa que se nos descubra las miserias tras las bambalinas si en esencia es tan sólo el sudor de la creación’?
En ocasiones, cuando leo el párrafo de una novela trato de visualizar ya no la traducción de ese texto en imagen sino que el momento de duda, sufrimiento o vértigo del absoluto y total desamparo de la creación. ¿Habrá un oficio más solitario que el del escritor?, dice García Márquez. La verdad que todo oficio que involucre crear es solitario. Incluso aquellos que al menos en apariencia suelen ser el fruto de un colectivo, como el Cine. Hasta eso me parece una ilusión: la ilusión del arte como una casa que se construye por muchas manos. Sin embargo siempre hay alguien que frente a la inmensa muralla de la nada pone la primera piedra. Alguien que en este mismo instante, mientras el lector termina este texto, se encuentra como un naufrago en ese absoluto e inconmensurable desamparo que es ese océano sin fondo que es la creación.